Legisladores y dirigentes agropecuarios de 5 países habían llegado a tanto, con semejante representatividad y contundencia en el mensaje ante el resto del mundo. ¿Qué es lo importante? En medio de los desafíos agroalimentarios del planeta, en guerra, y con el cambio climático acechando a la Tierra, la región que tiene mayor potencial de abastecimiento de comida y energías renovables planteó que tiene condiciones para ser una solución. Y se comprometió a demostrar que lo puede hacer – de hecho lo está haciendo- con eficiencia productiva y sustentabilidad ambiental.
Podrá gustar más o menos en otros lares, sea que necesitan de estos productos para su seguridad alimentaria y no quieran subirles el precio (Asia y África, de distintas maneras), o pretendan imponer obstáculos paraarancelarios para proteger otros modelos productivos de dudosa autoridad moral (Europa). Pero, tarde o temprano, este primer paso de integración resonará a nivel global.
La “Carta de Brasilia”, firmada tras la Primera Cumbre Agro Global de Sudamérica, fue tanto una reafirmación hacia el interior de los países del Mercosur y aledaños, como un golpe en la mesa de la discusión global. En ese sentido, plantearon que “al fortalecer la producción de alimentos y la transición energética, los países latinoamericanos no solo responden a la demanda global, sino que también promueven el crecimiento socioeconómico interno, generando oportunidades de desarrollo, reduciendo la pobreza extrema y restaurando la dignidad humana de los más vulnerables”.
En el documento se enfatizó que “América del Sur, con sus vastas áreas agrícolas y diversidad de cultivos y sistemas productivos, está en posición de contribuir significativamente a la oferta global de alimentos, a pesar de los desafíos impuestos por el cambio climático y la volatilidad de los mercados internacionales. La coexistencia de varios sistemas agrícolas basados en innovación, tecnologías y buenas prácticas productivas ha permitido producir con mayor eficiencia y competitividad, con menor impacto ambiental, lo que facilita la adaptación y la reducción de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI)”.
El encuentro se realizó en la capital del principal país del continente y mayor exportador de productos agropecuarios “do mundo”. Brasil es el primer productor mundial de soja, carne de pollo, jugos de fruta y café, entre otros rubros destacados, como también en carne vacuna y maíz, azúcar y etanol de caña, entre otros rubros.
Pero la fiesta no fue sólo brasileña. Los representantes del gigante sudamericano resaltaron una y otra vez que no sólo han aprendido mucho de la Argentina agropecuaria (en el manejo productivo de la soja, el maíz, el trigo y la carne vacuna, por ejemplo). También reconocieron que para dar este paso fue clave la iniciativa argentina, que empezó como una inquietud de conocer de cerca el impresionante crecimiento verdeamarelho y en menos de un año, a partir del buen feedback de los vecinos, se transformó en un foro continental que consensuó las ideas primarias y ahora va en busca de consolidar el nucleamiento con encuentros periódicos y progresiva densidad material y conceptual.
El corazón de lo acordado es que “las iniciativas y políticas que promueven más la sostenibilidad agropecuaria a nivel regional deben respetar los siguientes principios fundamentales:
1. Los productores rurales son parte de la solución, por lo que deben estar representados en los diferentes foros de discusión y definición de políticas;
2. Estar basadas en la última evidencia científica disponible, preferiblemente aquella con reconocimiento institucional respetando la legislación local;
3. Estar acompañadas de indicadores y métricas que reflejen las características particulares de los sistemas de producción regionales, entendiendo que la sostenibilidad es un camino y no un destino final;
4. Utilizar el potencial de cooperación a fin de aprovechar las similitudes, canalizar recursos, armonizar regulaciones y generar inversiones.
También hubo referencias a las políticas que condicionan el desarrollo productivo, como en el caso de la Argentina son los derechos de exportación (retenciones). Al respecto, los firmantes de la Carta de Brasilia manifestaron “entender el impacto negativo de la incidencia de altas cargas tributarias y del establecimiento de obstáculos comerciales. En este sentido, reforzamos nuestro compromiso con los consensos establecidos en el ámbito multilateral, especialmente en la Organización Mundial del Comercio (OMC). Creemos que la eficiencia productiva y sostenible basada en el libre comercio es el camino para el desarrollo de las economías de América del Sur y para la difusión de los beneficios de esta productividad en todo el mundo”.
El documento fue firmado por los titulares de la Fundación Barbechando (Argentina), Instituto Pensar Agropecuária – IPA (Brasil), el Instituto del Pensamiento del Agro (Chile), UGP-Unión de Gremio de la Producción (Paraguay) y representantes de Uruguay.
Con información de Clarín de Argentina